El aprovechamiento de la biomasa en España
Vivimos en una región con una gran cantidad de zonas forestales. España es el tercer país de Europa en superficie arbolada, tan solo superado por Suecia y Finlandia. Pero, a pesar de estas circunstancias favorables, el sector de la biomasa energética no ha sido desarrollado tanto como en otros países.
La falta de población en las zonas rurales y el éxodo continuo hacia las urbes ha contribuido a una disminución en la utilización de los recursos forestales de los montes, desde las actividades pastoriles hasta la recogida de leña y otros productos, como corcho o resina. Esto ha supuesto la acumulación desmedida de biomasa forestal y, sumado a la falta de gestión de nuestros bosques, ha convertido los montes españoles en áreas de difícil acceso.
Estos factores, junto al cambio climático, han creado un medio favorable para la propagación de grandes incendios forestales. Solo en el año 2022 se han producido 55, muchos llegando a ser incontrolables. Y, mientras no se ponga remedio a esta situación mediante la extracción de la biomasa acumulada, los incendios continuarán siendo un riesgo tanto para la biodiversidad como para la descarbonización.
¿Cómo mejorar la gestión de los bosques?
Como consecuencia, el combustible se acumula en los bosques y montes, acrecentando el riesgo de incendio y haciendo que, en caso de producirse, su destrucción sea impredecible. Y la solución a esta problemática pasa por una correcta gestión forestal, a través de criterios científicos, para poder convertir toda esa biomasa en una fuente de energía renovable mejorando la calidad ambiental y la biodiversidad de nuestros bosques.
Gracias a la creación de un plan de gestión, llevado a cabo siempre desde el respeto al medioambiente y al equilibrio ecológico, no solo reduciría el riesgo de incendios, sino que podría contribuir en gran medida a la reducción del cambio climático y al desarrollo de las zonas rurales con la creación de nuevos puestos de trabajo.
Desde 2016, la biomasa es la fuente de energía principal de Europa, por delante incluso de los combustibles fósiles. Una hectárea de bosque bien gestionada puede llegar a producir hasta 100 toneladas de biomasa. Por lo que, además de las repercusiones ambientales, la situación actual del país respecto a este combustible supone una gran pérdida de mercado frente a otros países.
Dar un paso adelante en la gestión de la biomasa supondría un gran avance en el ámbito de la economía circular y un impulso al empleo rural, además de una gran contribución a la reducción de emisiones GEI y a la reducción de la pérdida de biodiversidad que sufrimos en la actualidad.
Situación actual de la biomasa en España
No obstante, la Estrategia Forestal Española para 2050 admite que, actualmente, el sector forestal solamente contribuye a la economía nacional, el equivalente al 0,6% del PIB, cuando en otros países como Finlandia supone hasta el 15%.
En este mismo documento elaborado por el Gobierno, se reconoce que, actualmente, la biomasa forestal destinada a la creación de energía está muy por debajo de su capacidad de producción. Aun así, se desconoce el auténtico potencial que podría llegar a tener esta fuente de energía.
Por ello se propone una mejora y ampliación de los conocimientos sobre este recurso para poder avanzar en dirección a cumplir los objetivos que se recogen en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) para el aprovechamiento de la biomasa, mediante una gestión forestal sostenible como solución integradora tal y como se describe en el manifiesto que se redactó para explicar desde un punto de vista científico-técnico, y que transcribimos a continuación su tercer apartado:
“Gestión forestal sostenible como solución integradora.
la gestión de las masas forestales españolas implicaría la extracción de biomasa acumulada mediante operaciones selvícolas, permitiendo:
▪ Evitar grandes incendios forestales, al facilitarse el acceso a los montes y existir menos biomasa susceptible de ser quemada incontrolablemente, facilitando su extinción en menor tiempo con el consecuente ahorro de recursos económicos, de
emisiones (el 7,5% de las emisiones globales provienen de incendios vegetales) y limitando el extraordinario impacto medioambiental (y social) de los incendios forestales. Contribuyendo a cambiar de un modelo estructural basado en la extinción de incendios’ a un modelo basado en la ‘prevención’ de incendios. España destinó 2.107 M€ en 2020 a la lucha contra incendios (duplicando lo invertido en 2001: 1.044 M€) 8 . Con un gasto medio de coste de extinción de 10.000 €/ha.
▪ Aumentar la fijación de carbono en los montes, considerados como grandes sumideros naturales de carbono, contribuyendo al ambicioso objetivo establecido para la UE (310 MtCO2 eq. en 2030). Un monte ‘viejo’ y sin gestionar fija mucho menos carbono que un monte saludable (mantenido y bien gestionado) con capacidad para seguir evolucionando y absorbiendo CO2 9 .
▪ Movilizar biomasa forestal acumulada, evitando impactos medioambientales negativos (plagas, enfermedades, etc.), y contribuyendo a la viabilidad económica del sector forestal (y a la fijación de carbono a largo plazo, por ejemplo, mediante el uso de productos de madera aprovechada -HWP10 -).
La falta de gestión forestal va implícitamente en contra de los principios del conservacionismo. Los incendios forestales y las plagas en masas forestales están ya alterando nuestros montes y paisajes naturales, pudiendo hacer desaparecer espacios forestales tal y como los concebimos (las dehesas tal y como las conocemos, los pinares, etc.).
Asimismo, además de los extraordinarios beneficios medioambientales descritos, una gestión forestal del patrimonio forestal español -activa y sostenida en el tiempo- induciría beneficios socioeconómicos con un impacto muy positivo para el reto demográfico al favorecer la creación y el mantenimiento de empleos vinculados con el sector forestal (en primera instancia) y con el sector energético (en segunda instancia, en la valorización de los restos forestales obtenidos).”
A pesar de ser una meta difícil de conseguir, creemos que es posible. Pero para ello es necesario que todos los organismos apuesten por este sector, actualmente olvidado, que tantos beneficios podría traer a la larga para nuestro país, tanto medioambientales como económicos.